- Tienes gran talento, aprovéchalo y deja que todos nos sintamos orgullosos de tener un alumno y un compañero como tú.
En ese momento Lucas tuvo sensaciones que nunca antes había tenido... De pronto dos personas desconocidas confiaban en él y le proponían hacer algo que era su sueño ¿cómo decir que no?
Como necesitaban más componentes para grupo para poder concursar, comenzaron diligentemente la búsqueda de sus posibles compañeros musicales. Desde ese momento, los dos se hicieron muy amigos. Tenían muchas cosas en común y un proyecto ilusionante por abordar.
Pero su búsqueda no fue demasiado bien. No habían encontrado a nadie que tocase aceptablemente un instrumento. Algún que otro memo, les preguntó por el premio, pensando en participar para ganar dinero, pero ellos se negaron rotundamente. Laura y Lucas no participaban por el dinero, sino por su amor a la música. Un día, paseando por el centro de la ciudad, los dos amigos habían perdido la esperanza. Se sentaron en un banco y dieron un largo suspiro. Estaban desanimados y a punto de arrojar la toalla.
- No podremos concursar nosotros dos solos, -se lamentó Lucas- las bases del concurso indican un mínimo de cuatro componentes.
- No podremos concursar nosotros dos solos, -se lamentó Lucas- las bases del concurso indican un mínimo de cuatro componentes.
Laura se limitó a quedarse callada. Mientras miraba a su alrededor esperando encontrar una respuesta, hasta que centró su vista en un punto. Una funda negra y grande, de carcasa dura. Era la funda de una guitarra. Se fijó descaradamente en quien la llevaba. Pelo negro, delgado y con gafas, ojos verdes y casi tan alto como Lucas. Aquel chaval le sonaba de algo. Al estar en duda le preguntó a su amigo:
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